Novela negra y novela policíaca. Es muy fácil mezclar estos dos conceptos. Bueno, al menos aquí en España, y de hecho las ideas las mezclan las propias editoriales. En Francia y en otros países lo tienen muchísimo más definido y también la percepción es distinta en los lectores.
Pierre Lemaitre dice que la novela policíaca es la que está centrada en la existencia de un crimen y en una investigación dirigida por un detective o un investigador de otro tipo. (Más adelante hablaré de los variados personajes investigadores que pueden encontrarse en la literatura) Y, por otro lado, la novela negra es la que se desarrolla en un contexto criminal y en la que, a través de la trama y de los personajes, contextualizados sobre una base real, se hace cierta crítica social sobre el mundo que nos rodea.
Es muy divertido construir una novela criminal, especialmente si partimos de una estructura clásica, estilo Agatha Christie, en la que hay una serie de sospechosos y el investigador ha de ir descartando y proponiendo hipótesis hasta dar con el asesino, o como el modo que se realizó el asesinato.
¿Te atreves a crear una?
Puede ser un experimento interesante si es tu primer libro de ficción y quieres probarte a ti mismo.
Vamos a hacer una pequeña checklist, para ver qué cosas debemos tener claras para construir una de estas historias tipo Cluedo:
- Una misteriosa muerte en el corazón de la historia.
- Un círculo cerrado de sospechosos.
- Cada personaje tiene un motivo creíble para cometer el asesinato, y en algún momento de la velada han podido tener la oportunidad para hacerlo, y quizá incluso se sabe que han tenido acceso al arma o al instrumento con el que se ha llevado a cabo el crimen.
- El personaje central es un detective que al final, resuelve el misterio. Por supuesto, habrá descubierto la solución aplicando su lógica deductiva y analizando desde otros puntos de vista unos hechos que se habrán ya expuesto frente al lector.
El crimen no siempre ha de ser un asesinato. En La piedra lunar del genial Wilkie Collins (amiguete Charles Dickens y un pionero en la novela policíaca) escrita en 1868, el misterio se construye alrededor del robo de un diamante.
Sin embargo, el crimen ha de resultar algo muy importante, que soporte el peso de la historia, porque de eso depende que el lector quiera seguir leyendo, el misterio que se va gestando ha de ser lo suficientemente poderoso para atraer su atención.
Al final, es como diseñar un rompecabezas. Te harán falta boli y papel, una copa de Ribera de Duero y muchas ganas de enredarte. Por supuesto, esto es lo que a mí me funciona, pero si te decantas por un Bourbon con hielo al más puro estilo Philip Marlowe, tendrás todos mis respetos. Lo que si te sugiero es utilizar fichas. Esas fichas de cartulina que ya he mencionado en otro post. En la librería de mi barrio deben estar desconcertados: ¿Pero qué hará esta chica con tanta ficha? ¡Si ya casi nadie las usa desde los años 90!
Sólo recuerda que el culpable debe ser un personaje que el lector ya había conocido en la primera mitad de la novela, y para que no te obceques en una trama de mansión cerrada estilo Diez negritos, piensa que el círculo cerrado puede significar que se trata de un grupo reducido, de unas personas concretas con nombre y apellidos (supuestos) a las que ya hemos visto la cara, pero no tienen por qué estar siempre reunidos físicamente: La plantilla de una empresa, socios de un gimnasio, comensales en un restaurante, voluntarios de una ONG… Cualquier escenario sirve para plantar una buena trama criminal.
¿Te atreves con la tuya?
Si quieres empezar, por practicar, y tienes alguna duda puedes ponerte en contacto conmigo y haré lo posible por ayudarte. Tienes el formulario de contacto aquí abajo.
Gracias por estar ahí y ¡hasta la próxima!
Ana Olivia Fiol Mateu
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