Estos días estoy revisitando el cine de Buñuel. Siempre me ha fascinado este artista aunque es cierto que cuando estudiaba y tuve que ver algunas de sus películas, no comprendí ni la mitad. Sin embargo, con el tiempo, y quizá al conocer la trayectoria personal de este genial director y profundizar mejor en su vida y en el discurso que caracteriza a gran parte de su obra, lo acabas entendiendo mejor.
Los de la Generación del 27, si algo sabían, era pasárselo bien. Lástima que Federico tuviera que abandonar la fiesta antes de tiempo. El mundo se perdió a uno de los mayores talentos del siglo… ¿os imagináis las maravillas que podría haber llegado a escribir de no haber sido asesinado prematuramente? Esa respuesta la deben tener solo en el cielo de los artistas, donde deben estar representando las obras de teatro que Federico nunca escribió, vestidos todos de curas y de monjas, emborrachándose como si no hubiera un mañana.
Debe ser divertido emborracharte cuando sabes que estás muerto
En fin, volvamos a Buñuel. No he iniciado este post para hablar de él, no estoy lo suficientemente autorizada para analizar, en serio, a un gigante así, sólo he querido traer aquí un diálogo de su película de 1952 «Él», que pertenece a la etapa mexicana, y en la que se aborda el tema de la esquizofrenia y de la locura provocada por los celos más extremos. De paso le doy las gracias a Laura González, de Radio 3, por hacerme descubrir este filme.
Francisco Galván es el protagonista, un joven burgués y religioso que siente un flechazo por una mujer misteriosa un día en la iglesia. Resulta que la chica, Gloria, es la prometida de su amigo Raúl, pero Francisco la buscará y seducirá. Esta es la semilla para un amor nacido de la locura, aderezada con unos celos irracionales que tiñen la historia de amargura. En esta escena, coinciden todos por primera vez, en una cena. Gloria se había encontrado un par de veces con Francisco pero no era consciente de que iba a cenar a su casa, hasta que se lo encuentra frente a ella. Por supuesto, uno de los invitados es un sacerdote, porque aunque Buñuel es el dueño de la frase Soy ateo, gracias a Dios, en el universo creado en sus películas, la presencia de la Iglesia, quien recibe una crítica implacable, es una constante.
RAÚL
¿Qué te pasa Gloria, te ocurre algo?
GLORIA MIRALTA
No, ¿Por qué?
RAÚL
No sé, pareces preocupada
GLORIA MIRALTA
¿Yo? No, al contrario.
PADRE VELASCO
¿Al contrario qué?
RAÚL
No pregunte padre, son secretos de enamorados
PADRE VELASCO
Conque de enamorados, ¿eh? ¿Qué? ¿Qué te parece Francisco?
FRANCISCO
Envidio a Raúl
UNA INVITADA
¿Y por qué no lo imita?
FRANCISCO
Es tan difícil, señora.
SRA. MIRALTA
No para una persona como usted. Me imagino que no hay muchas muchachas solteras capaces de resistirlo.
FRANCISCO
Es usted muy amable, pero la verdad es que yo tengo un concepto bastante personal sobre el amor.
SRA. MIRALTA
¿Por ejemplo?
FRANCISCO
No creo en el amor preparado, en ése que según dicen, nace con el trato. El amor nace de improviso, bruscamente, cuando un hombre y una mujer se encuentran y comprenden que ya no podrán separarse.
OTRO INVITADO
Bueno, eso que tú dices es el flechazo. El amor que hiere como el rayo. Nada recomendable…
FRANCISCO
El rayo no nace de la nada, sino de nubes que tardan mucho tiempo en acumularse. Ese tipo de amor se está formando desde la infancia. Un hombre pasa al lado de mil mujeres y de pronto encuentra una que su instinto le dice que es la única. En realidad, en esa mujer cristalizan sus sueños, sus ilusiones, los deseos de la vida anterior de ese hombre…
PADRE VELASCO
Bueno, hijo, pero el amor no siempre es recíproco. ¿Y si ella no te quisiera?
FRANCISCO
¡Tendría que quererme!
RAÚL
Vaya, no te creía tan romántico. ¿Qué opina usted padre Velasco?
PADRE VELASCO
Pues yo opino sobre el amor, que este pavo está muy bueno.
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