Xoriguer, el alma de la fiesta
Fotografías: Antonio Gil
Texto: Ana Olivia Fiol Mateu
Cuando Don Miguel Pons Justo se aventuró a abrir las puertas de la destilería Xoriguer en 1945, se convirtió en el heredero de una tradición que siempre formará parte de la historia. Había dedicado sus mejores años a trabajar como administrador en la destilería Fornero, empresa cuyos orígenes se remontaban al S. XVIII, que se había visto truncada al desatarse un incendio en el que falleció el propietario. Pons decidió continuar por su cuenta, para lo que tuvo que deducir, a partir de los libros de contabilidad, cual era la combinación exacta de ingredientes y hallar la receta centenaria. Las fiestas de San Juan, de Ciudadela, en 1945, a las que acudió con sus primeros barriles, confirmaron su éxito. Había nacido Xoriguer, sucesora de una tradición iniciada durante la ocupación británica, en la que los soldados y marinos ingleses trajeron consigo su estilo de vida, y con él, una imperiosa demanda de la bebida de moda en su país.
Hoy en día el timón está en manos de la tercera generación, con planes para asentar y expandir este producto único del que se fabrican 500.000 botellas anuales. Las instalaciones están en el mismo lugar que el primer día, en el Moll de Ponent, 91. La sede fue creciendo con los años, al adquirir los locales adyacentes. Algún mástil o botavara, que hacen las veces de vigas, desvela ese origen portuario de este edificio bicentenario con solera, que mira paciente al mar como si todavía aguardara la llegada de aquellos buques británicos y holandeses que caracterizaron el siglo.
El proceso por el cual se obtiene esta bebida mantiene el espíritu alquímico de hace doscientos años, fiel a un trabajo bien hecho que Don Miguel heredó de una tradición familiar molinera, y a la que quiso homenajear con la etiqueta de su Gin, en la que podemos ver el mítico molino de Xoriguer, testigo de toda una saga dedicada a la labor más artesanal. Alguno de los alambiques que lo hacen posible tiene ya sus 250 años de edad, mientras que los otros, rondan o superan la centena. Y la receta, por supuesto, secreta en sus detalles, ha logrado mantenerse firme a lo largo de estos siglos, instaurando una Indicación Geográfica de origen propia (Gin de Mahón) que combina las mejores cualidades de los dos estilos de destilación de las bayas de enebro que existen, el Genever y el London Dry, lo que le confiere una untuosidad única y un aroma marcado que lo han convertido en el imprescindible de las fiestas.